El lugar donde ponés un parlante puede cambiar por completo cómo suena. No se trata solo de encenderlo y listo: el espacio, la posición y hasta los materiales que lo rodean influyen directamente en la experiencia sonora. Por eso, entender cómo ubicar tus parlantes puede marcar la diferencia.
Si lo usás en interiores, como una habitación o sala, prestá atención a las superficies. Las paredes duras y los pisos sin alfombra pueden generar rebotes y ecos. En esos casos, conviene evitar esquinas y colocar el parlante un poco separado de la pared, a una altura media. Eso ayuda a que el sonido no se “pegue” ni se distorsione.
En cambio, si lo usás en un espacio amplio o al aire libre, necesitás mayor proyección. Ahí, la altura importa: levantar el parlante unos centímetros permite que el sonido se distribuya mejor y no se pierda cerca del piso. Algunos modelos de la línea PRO de Stromberg están preparados para montarse en trípodes o bases, justamente por eso.
También es clave pensar en la dirección del sonido. Un parlante que apunta directamente hacia donde estás sentado o parado va a sonar mucho más claro que uno que queda desalineado. Si usás dos, asegurate de que estén separados de forma simétrica y ligeramente inclinados hacia el centro de la zona de escucha. Eso mejora el estéreo y la sensación de inmersión.
Finalmente, no olvides probar. Cambiar la ubicación aunque sea unos centímetros puede hacer que todo suene distinto. Escuchá, movelo, volvé a escuchar. Encontrá el punto justo. El lugar ideal no siempre es el más obvio.
Un buen parlante ya suena bien por sí solo. Pero cuando lo ubicás bien, suena mejor. Mucho mejor.
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